DIARIOS DE VIAJE Y BIOGRAFIAS


Siempre me aburrieron. No suelo comprar diarios de viaje porque sé que no los terminaré leyendo e irán a pasar a la caja de pendientes.

Sin embargo hay uno que he disfrutado y supongo que no tiene que ver con el estilo literario ni con los lugares que describe. Es que lo compré porque su autor es uno de mis escritores favoritos.

Hans Christian Andersen estuvo en la Madre Patria en dos ocasiones y de esos viajes surgió un librito no muy fácil de conseguir y mediocremente titulado "Viaje por España". No puedo aconsejar leerlo, jamás aconsejaré leer un libro de impresiones de un viajante pero a mi me gustó.

El destino quiso que me topara con este librito y conociera algo sobre la intimidad de este excelente relator de historias. Seguramente ese sea el motivo de mi disfrute. Andersen es para mi mucho más que un recuerdo infantil. Quizá después de leer "El traje del Emperador" fue que decidí escribir. Es cierto que todavía no consigo terminar un cuento para niños que soporte mi autocrítica pero no es culpa de mi héroe esto (en una de esas no sirvo para las fábulas e historias de dragones).

Quizá también se juntó que muestra mi país favorito ciento y pico de años atrás (sus viajes son entre 1860 y 1862). Releí varias veces sus historias sevillanas y cuando vi la Torre del Oro por primera vez: ¡Dèja vu!, el padre de la Sirenita enlazó una neurona y vino a mi.

Mientras escribo esto y pienso en la casualidad o causalidad entre escritores y países otra de mis neuronas se activó y recordé que otro género que suelo evitar son las biografías. Puedo nombrar a "Confieso que he vivido" del genial Pablo Neftalí Reyes (Neruda su nick) y nuevamente a Andersen y "La verdadera historia de mi vida" como las únicas leídas con interés y releídas de cuando en cuando.

Las demás biografías que leí? pues simplemente un pasatiempo para la playa cuando el sol amenaza incinerarme y me refugio bajo una sombrilla. No merecen siquiera ser nombradas. Son versiones más largas de una revista rosa o un programa de chismes del espectáculo. La actriz de Hollywood que enseña a mantenerse en forma y tener una vida sana, el actor que salió del alcohol, la droga o alguna otra sustancia y vive nada más que para contarlo en un libro, la animadora de televisión que venció al cáncer, el político de turno al que algún periodista le descubre sus montajes, rollos y/o estafas son algunos ejemplos pero con una misma receta: son personas populares con pasados misteriosos que el lector espera develar luego de engullirse un promedio de 200/300 hojas mientras que el famoso en cuestión solo espera embolsar mucho dinerillo vendiendo miles de ejemplares. Sin ánimo de recomendar ninguna debo admitir que me asombré mucho leyendo la biografía de Juan Carlos, el rey de España, ya que desconocía el incidente sobre la muerte de su hermano y la sospecha de que fuera a él a quien se le escapara el tiro y pasé un rato más o menos agradable leyendo anécdotas del Gran Charles Chaplin.

Tal vez no tenga espíritu chismoso, tal vez las biografías son muy comerciales y por eso no me atraen, tal vez me interese más la obra que la vida de alguien. Y las biografías tienen muchas fechas y muchos números y yo odio demasiado los números.


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